En la FIERRO que saldrá mañana, el guionista y el dibujante publicarán “Barrio Gris”, la serie que, desde la sátira y el absurdo, busca referencias en las calles porteñas, sus personajes y su viejo aroma tanguero.
Por Lautaro Ortiz
Lo novedoso de la Fierro, que saldrá mañana junto a Página/12, es que por primera vez en su larga historia la imagen de tapa está dedicada al humor. El encargado de semejante desafío es el dibujante Gustavo Sala con una de las tantas escenas de su escatológica serie “El baño” que, en esta edición número 30, llega a su fin. Es que los tiempos del virtuosismo de Oscar Chichoni y sus escenas de hierros y máquinas oxidadas parecen haber cambiado. Hoy el humor –el negro, el ácido, el absurdo, el idiota– copó las páginas de la revista y captó la mayor atención de los lectores. A dos años y medio de su reaparición, la publicación que dirige Juan Sasturain ha dado guiños suficientes sobre el peso específico que tiene el humor en la historieta nacional: Max Cachimba, Pablo Fayó y Diego Parés –algunos de los nuevos que recorren esa cuerda de la llamada “historieta humorística”– han tenido sus tapas.
Un repaso por la edición de mañana da cuenta de estos pasos
entre la sátira y el absurdo: Diego Parés hace una versión de un olvidado guión de Esteban Podetti llamada “La Venganza”; Iñaki y Jorh giran alrededor de los bichos en “Ciudad Jardín”; el brasileño Adao Iturrusgarai deslumbra por su simpleza con “Tragos mortales” y, por último “Barrio Gris”, la serie que están llevando adelante dos históricos de la historieta argentina: el guionista Eduardo Maicas (1951) y el dibujante Claudio “Pipi” Spósito (1961). Esa dupla –que se inició en las redacciones de Ediciones La Urraca en revistas como Sex Humor y Humor Ilustrado y continuó años después en la recordada Feriado Nacional– se juntó otra vez para dar vida a una serie que hace pie en los barrios porteños, en sus climas, sus olores y sus gentes, ahí donde el tango, la desesperanza y la mishiadura siempre están presentes.
–¿Cómo surge la idea de “Barrio Gris”?
E. M.: –Intentando encontrar un código que ambos pudiésemos manejar y basándonos en una idea que nos divierte mucho: satirizar el espíritu del barrio de antaño. Los dos somos fanáticos del cine argentino viejo, y “Barrio Gris”, como su nombre lo indica, es un homenaje a esas historias en blanco y negro.
C. S.: –La idea surgió después de hacer para Fierro “La calavera de Hamlet”, una historieta corta que en realidad fue como un ensayo. Viendo el resultado nos entusiasmamos y barajamos propuestas, entre ellas esta serie que, desde la perspectiva del dibujo, es una mezcla de estilos, porque yo quería dibujar historias de terror bizarras onda “Creepy” combinándolas con el cine argentino de las décadas del ’40 y ’50. Como los dos somos fanáticos de ese cine, nos pusimos de acuerdo inmediatamente.
–Pero las historias no sólo remiten al cine, sino al tango...
E. M.: –Sí, claro, porque en el barrio de antes se escuchaba tango como una melodía natural. Personalmente creo que también en los barrios actuales se respira tango, pero hay que tener el oído muy atento; además Kiss toca muy fuerte y no permite que lo escuchemos.
–¿Cómo es eso de encontrar el humor en situaciones tan decadentes, angustiantes, como las que ustedes relatan?
E. M.: –La decadencia visible en “Barrio Gris” resulta una geografía muy tentadora para desarrollar el humor. Yo como guionista me siento muy cómodo con el humor negro y caminar por esa cornisa no me asusta, al contrario, lo siento como un de-safío, encontrar el chiste me salva de caerme al vacío. No nos olvidemos de que con el humor se puede salir de situaciones extremas. En realidad esta serie es una vuelta a la paz del barrio, pero como no podemos con nuestro genio, esa paz se ve alterada en cada cuadrito y, como uno es un viejo choto, siempre tiene muchas historias para contar.
C. S.: –Para mí, en realidad la idea de fondo es contar historias raras que les pasan a personas raras, tan raras que parecen nuestros vecinos.
–Sin duda, el humor que propone “Barrio Gris” es distinto al que actualmente ejercitan los más nuevos. Ustedes van a todo y nada por remate, algo que se ha perdido...
E. M.: –Y sí, parece que el remate ya no se usa. A mí me gusta el chiste, el remate, el juego de palabras y las ocurrencias, y a veces me siento antiguo frente a otra clase humor que predomina. Es cierto que el humor cambia como cambian los tiempos, y bueno, hoy el remate suena a viejo y lo que predomina son situaciones con resoluciones muy herméticas que sólo la pueden descifrar los que manejan ese código, y a veces uno se pregunta ¿y, qué pasó acá? No digo que esté mal, sólo que yo amo otro costado del humor: encontrarme en cada situación con la risa. Y eso es lo que encuentro en los barrios y lo que buscamos recuperar con Spósito: ese humor absurdo e inocente.
Fuente: Página 12
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