Entrevistamos al vecino Francisco Solano López, dibujante de historietas de la cual la más conocida es El Eternauta
El retorno de El Eternauta
Caía la tarde sobre Buenos Aires y el barrio iba tomando ese color especial del atardecer, tan propio de algunos crepúsculos de ciertos comics. Y en eso estábamos, ya que enfilábamos rumbo a la casa de uno de aquellos próceres de la historieta universal. Estamos haciendo mención, al dibujante Francisco Solano López, creador junto a Héctor Oesterheld de El Eternauta.
Solano López: “Yo empecé a dibujar profesionalmente cinco años antes de que saliera El Eternauta. Ya tengo cincuenta y cinco años de laburo en forma profesional, porque no nos olvidemos que El Eternauta el año que viene cumple cincuenta años desde que salió por vez primera”.
MS: ¿Y cuántos años tenías cuándo comenzaste a trabajar en forma profesional?
SL: “Para los estándares de la época yo empecé tarde a trabajar. Tenía veintitrés años.
“En Misterix, de Abril, trabajé haciendo Bull Rocket con Oesterheld. En esa época, Oesterheld iba adquiriendo fama por la historieta del Sargento Kirk que dibujaba Hugo Pratt. Oesterheld era, además, medio guía y director, atrás, en bambalinas, de la revista Más Allá, que era una publicación mensual, no de historietas, sino de ciencia ficción. Fue donde sacó las primeras Crónicas Marcianas de Ray Bradbury en episodios. Y, además, él metía de vez en cuando algún cuentito de ciencia ficción.
“Cuando Oesterheld quiso abrirse de esta editorial no pudo llevarse todo lo que había hecho porque las editoriales retenían los derechos, uno inventaba la historia pero una vez que firmabas el contrato no tenías derecho sobre lo que habías creado. Una vez que yo pasé a la Editorial Frontera, que fue la que fundó Oesterheld con su hermano, empecé con otras historietas, aún antes de hacer El Eternauta. En esta época hice con Oesterheld: Joe Zonda y Rolo, el marciano adoptivo, esta última salía en una revista que se llamaba Hora Cero. Joe Zonda era un pibe, un cabecita negra, que había aprendido todo por correspondencia. Incluso, ser piloto. Y Rolo transcurría en la época de las invasiones extraterrestres; era maestro de escuela y presidente del club del barrio, tenía su barra de amigos en el café y con ellos se ponía a pelear contra los invasores.
“Durante un tiempo hice las tres historietas: Joe Zonda, Rolo, el marciano adoptivo y El Eternauta. Eran historietas mensuales, salían ocho o diez páginas por mes de cada una. Era mucho trabajo. Luego de unos tres años terminó mi etapa de trabajo en la Editorial Frontera. Hay que reconocer que Oesterheld tenía un talento incomparable para escribir guiones de historieta, pero dirigir una editorial es un oficio diferente. Su título universitario era de geólogo y se asoció con su hermano que era ingeniero agrónomo. Un geólogo y un ingeniero agrónomo dirigiendo una editorial, imaginate, como les fue, les metieron el perro y se fundieron.”
MS: ¿Vendían bien y, de todas maneras, se fundieron?
SL: “Tan bien vendían que mucho no pasaba por las cuentas de ellos. Habían ediciones truchas, clandestinas, que hacía el imprentero en complicidad con los distribuidores. Ese mismo imprentero que se benefició esos años si los hubiera dejado progresar hubiese tenido mucho más trabajo. Dentro de los proyectos de evolución que se habían hecho Héctor con su hermano no solo nos prometieran mejoras en nuestras condiciones de trabajo sino también promesa de asociarnos. No pudo concretarse porque por más éxito que tuvieran los estaban estafando.
“El grupo con el que venía trabajando en la Editorial Frontera de a poco nos fuimos pasando para trabajar en una editorial inglesa, gracias a Hugo Pratt que ya estaba radicado en Europa, hasta que yo mismo a principios de los años ´60 me fui trabajar a allá porque había mucho trabajo interesante y estaba bien pago. Primero estuve dos años trabajando desde acá - época de transición del gobierno de Frondizi, los golpes de estado, las huelgas, entonces se hacía difícil- y después me fui a España. No fui a Inglaterra porque me parecía un país húmedo, frío y yo tenía tres pibes chicos... Fuimos a la Costa del Sol, en España. Trabajaba en mi casa frente al mar, diez meses de verano, los pibes podían ir a la playa. A los tres años fuimos un año a Roma para conocer Italia. Después volvimos y en el ´77 nos exiliamos: casi dos décadas más fuera del país. En esta segunda partida estuve diez años en España y otro tanto en Brasil.
“Antes de volver le propuse a los ingleses si podía trabajar acá armándome un equipo y así en la medida en que ellos me enviaban más trabajo fui preparando más ayudantes.”
RS: ¿Y cómo los elegían a estos ayudantes?
SL: “En una época estaba la Escuela Panamericana de Arte de los Doce Famosos Artistas, yo en esa no entré porque era nuevo. Pero Hugo Pratt y Alberto Breccia daba clases de dibujo en esta institución. De ahí salían los muchachos que tenían condiciones para dibujar y que tanto yo como algunos de los compañeros míos de la editorial tomábamos como ayudantes.
“En el sistema inglés, el norteamericano no, el trabajo era anónimo, es decir, salía sin la firma, Y este sistema lo usaban aquí dos editoriales grandes: Abril y Columba. Las mismas historietas que hacías para los ingleses después las veías publicadas por todos lados, en distintos países. Por eso no tenían interés en que fuéramos individualizados.”
MS: ¿Cómo empezó a dibujar historietas?
SL: “De chico se me ocurrió empezar a dibujar. No leía muchas historietas. Mi padre me llevaba al cine a ver los continuados, las películas de Tarzán, las de la guerra... También me llevaba mucho al zoológico. Y dibujaba esas cosas. Las historietas las leía más bien cuando me agarraba el sarampión y me tenía que quedar en la cama.
“Mi padre era periodista. Murió cuando yo tenía ocho años. Quedó la biblioteca de él y empecé a leer libros. Y siempre dibujaba. A mi madre no le gustaba mucho esa vida bohemia que llevaban los periodistas, esto por mi padre, y cuando vio que a mí me gustaba el dibujo tomó unas pilas de carpetas que había guardado mi padre en una de las bibliotecas y las tiró. Eso me produjo un frenazo, yo tendría diez, once años. Hasta que entré en la adolescencia estuve unos tres o cuatro años sin dibujar. Ni sabía que había gente que hacía historietas. Incluso estudiando en la facultad me pasaba dibujando. Finalmente tuve la posibilidad de dibujar para Editorial Abril.”
RS: ¿Qué estudiaba en la facultad?
SL: “Abogacía. Porque tenía dos primos hermanos, diez años mayores que yo, que eran abogados. Yo había entrado a trabajar en el Banco de la Nación. Pero no me recibí de abogado porque no me gustaba. El gran drama fue cuando dije que me iba del banco…”
MS: ¿Y qué está haciendo ahora?
SL: “Entre otras cosas, yo sigo haciendo El Eternauta.
“Cuando volví la gente me preguntaba por El Eternauta. Lo retomamos con Pablo Maiztegui, que era mi ayudante de dibujo y hoy es el actual guionista. Lo conocí en España porque es amigo mis hijos. Le vi buenas condiciones para el dibujo.”
MS: ¿Cómo nace El Eternauta?
SL: “Estaba esa moda de los invasores y a Oestherled le gustaba mucho la ciencia ficción. Ya habíamos hecho con él Rolo, el marciano adoptado, una especie de ensayo inconsciente. En ese momento, no había ciencia ficción en las historietas argentinas. Cuando Oesterheld puso su editorial tenía ganas de hacer héroes argentinos y eso hizo. Y me agarró a mí para eso. Cuando llegó el momento de hacer una de ciencia ficción de en serio escribió El Eternauta.
“Cuando vinieron los años setenta Oesterheld se había hecho simpatizante de los montoneros, así, El Eternauta en la segunda parte fue una especie de metáfora de la lucha de los invasores extraterrestres. Juan Salvo, en esta segunda parte, va al futuro y los que se quedan siguen luchando contra los invasores, los extraterrestres, el equivalente de los montoneros luchando contra los invasores.”
RS: ¿El tema de los derechos con El Eternauta cómo está?
SL: “Cuando me fui la segunda vez, escapando con mi hijo, que se había metido con los montoneros, no me preocupé por el aspecto legal de El Eternauta, entonces, para el editor, fue toda una paponia. Dijo, «todo para mí». Ni sabía donde estaba yo y le hizo firmar un contrato a la viuda de Oesterheld y se quedó con todos los derechos. Hoy la viuda y los nietos de Oesterheld ya recuperaron los derechos, yo aún estoy en acciones legales por ese tema. Ese editor se aprovechó de que Oesterheld estaba perseguido en los años setenta y yo exiliado para quedarse con los derechos. Cuando volví, en el ´94, empecé a poner todo eso en movimiento, pero los juicios se demoran mucho.”
RS: ¿Cómo ve a la historieta en general actualmente?
SL: “Y ya no es lo que era, ya no se consume igual. Fíjate vos que en Inglaterra me decían que antes los maestros eran los que más criticaban a las historietas porque, decían, así los chicos no leían, y ahora ante tanto predominio de la cultura visual son los maestros los principales aliados de la historieta, porque estas son un buen camino para llevar a otras lecturas.”
M.S. y R.S.
Fuente: Revista El Abasto, n° 80, septiembre 2006.